LOS
FENÓMENOS NATURALES NO SON DESASTRES NATURALES
(Publicado en La Chispa Obrera #3,
Octubre, 2011, STINOVES)
En nuestro país, la clase
trabajadora (el proletariado) es quien
sufre los fenómenos naturales. Los medios y las
autoridades osan llamar
a estos fenómenos―desastres naturales?, ¿pero
qué diferencia existe entre un fenómeno
natural y un desastre natural?
La vulnerabilidad y el
alto riesgo en el
que viven miles de familias
salvadoreñas en estas temporadas de lluvias es cada vez más crítica, resaltar
la importancia de estos problemas
no es con el fin de buscar un
culpable, aunque sea tan
claro y evidente.
Miles de familias sufren los estragos de estos fenómenos naturales,
la lluvia lleva consigo
viviendas, ropas, camas, aves de corral, semillas,
plantaciones, y en el peor de los casos vidas. Pero ¿en qué momentos estos fenómenos
naturales se convierten en ―desastres naturales?.
Los desastres naturales tal como
lo plantean los medios de comunicación y
los aparatos de
gestión de riesgos
del estado tales como
protección civil y
otros organismos, no son
tan naturales, la vulnerabilidad es
la expresión clara y tangible de
las desigualdades, explotación y expoliación del sistema capitalista, si bien
es cierto que hay muchas personas que tienen sus hogares cerca de una quebrada,
río o laguna; no es una cuestión del azar, (…)
El gobierno conoce
claramente la vulnerabilidad de
nuestro país que
vive un hacinamiento
que pone en riesgo
la integridad de
muchos trabajadores, a los cuales
la ayuda que brinda el Estado se vuelve un chiste para las verdaderas
necesidades de la
población. Y el
llamado de alerta
que hace Protección Civil para estos momentos que si bien es
cierto, en estos últimos años
ha mejorado considerablemente, no
detiene la situación de riesgo en
el que vive nuestro territorio.
Quien conoce de mejor manera las necesidades
del pueblo trabajador, es el mismo
pueblo, y es
este mismo pueblo
quien debe de organizarse para buscar una solución en estos temas, la
apatía de la gente y la falta de iniciativa de los dirigentes de la nación en
buscar una salida que no sea solo emergente
sino también permanente
para que en futuros fenómenos naturales no tengamos que sufrir ningún
tipo riesgo cuando la naturaleza reclame lo que es suyo.
La burguesía
claramente conoce estos
problemas y ellos tienen
los medios para
solventarlos, pero de acuerdo a sus condiciones de vida no lo
hacen, y no lo harán, es todo lo contrario, de estos problemas sacan sus
ganancias muestran una falsa cara de amigo solidario, pero
en realidad quienes
sacan adelante el país
después de estos desastres, es el proletariado mismo, son los
trabajadores quienes se
esfuerzan y trabajan desde cero
para poder sobrevivir,
pues la supuesta ―ayuda‖ del
gobierno y la
burguesía en determinado momento desaparecerá y
absolutamente nadie velara por los intereses de estos trabajadores.
¡EL “DESASTRE NATURAL” DE
LA “VIVIENDA DIGNA” EN EL SALVADOR!
(Publicado en La Chispa Obrera #4, Noviembre,
2011, STINOVES)
¡35,000 damnificados nos dejó
la recién pasada depresión tropical E12!
Los medios de comunicación
de la burguesía nos vienen diciendo que: este territorio no está capacitado para
recibir tal cantidad de lluvia (aun siendo un país tropical cuyas características
propias lo determina como tal); que este gobierno no ha hecho lo necesario para
prevenir y responder a estos desastres (aunque todos los administradores del
Estado burgués salvadoreño desde 1992, y desde antes, han estado solamente supliendo
los intereses de las clases dominantes nacionales e imperialistas); que el
cambio climático nos está afectando directamente (aunque es bien sabido que las
condiciones internas del planeta constantemente han estado cambiando, y estas
transformaciones están determinadas ante todo por la actividad de los seres vivos
desde que surgieron, pues fue la aparición de éstos fue lo que propició la
formación de la atmósfera tal y como lo conocemos: con presencia de oxígeno, lo
que permitió la diversificación de los seres vivos y su extensión a todo el
planeta).
Desde hace unos 40,000 años
los seres humanos se expandían volviéndose la especie predominante al adaptarse
a casi todas las regiones del planeta y desde entonces la actividad humana ha
sido la que más ha afectado los cambios que se dan en él. Es en el capitalismo
cuando se denota más esta afección pues el desarrollo de las fuerzas
productivas, al verse reemplazada la manufactura con la industria, si bien permite
que se produzca de una manera mas eficiente y mejor organizada, provoca aún más
daño a la naturaleza (la lógica capitalista es acumular y acumular cada vez más
riquezas en una minoría a costa de la expoliación de los recursos naturales, el
hambre y aumento de condiciones deplorables, de las mayorías trabajadoras).
En El Salvador el problema
de la vivienda digna tiene varias dimensiones: Primero. Bajo la lógica
capitalista toda necesidad humana, hasta la más primordial, se vuelve una mercancía
que solo se puede suplir si se tiene para pagar caro y solo así poder obtener
calidad. La vivienda no es una excepción a esta regla.
Segundo. Desde 1960-1970
el capitalismo vive una de sus crisis estructurales más agudas, esto quiere decir
que la sociedad produce más de lo que se puede consumir (aunque siempre exista
la necesidad) pues el encarecimiento de la vida y la reducción de la capacidad
adquisitiva de la gente no permiten que la oferta se acople a la demanda.
Entonces los capitalistas tuvieron la ―brillante
idea‖
de: “aumentar la demanda efectiva hoy, comprometiendo el ingreso futuro”. Desde
entonces se extienden préstamos y créditos, públicos y privados, a diestra y siniestra.
Para poder adquirir una
vivienda digna los y las trabajadoras deben aspirar a acceder a un crédito
hipotecario, ya sea por el sistema financiero privado o por el Fondo Social para
la Vivienda (FSV) (Aunque este servicio
se vuelve engorroso y burocrático como las más de 70 escrituraciones de
financiamiento para viviendas que estuvieron estancadas por falta de firmas de directivos, además no se están
autorizando operaciones financieras y comerciales, como emisiones de títulos
valores y contratación de servicios por medio de licitaciones públicas).
Después de someterse a numerosos y truculentos análisis y evaluaciones crediticias
puede o no recibir un crédito por viviendas prefabricadas, de diseño único,
construidas en territorios rellenados, etc. Construidas por empresas constructoras
que apuestan mas por la edificación de Residenciales con precios altísimos que
solo sirve para elevar la inflación (p.ej.: Grupo Roble: el proyecto turístico
residencial Costa Real Resort & Villas, ubicado en la Costa del Sol, que
comenzó su construcción hace dos años, ya está finalizado y se encuentra en su
etapa de comercialización. Mientras, que la torre de apartamentos El Pedregal,
ubicada en Antiguo Cuscatlán (a un lado de Multiplaza) con apartamentos de
cuarto de millón de dólares. O URBANICA de grupo Dueñas: Portal La Ribera, un
proyecto residencial que se desarrolló en 4.3 manzanas de terreno en el corazón
de la finca El Espino. El proyecto consta de 55 unidades tipo ―town
houses‖, según ellos al “estilo norteamericano”, y más proyectos
residenciales en el que era llamado el “último pulmón” de El Salvador).
A partir de aquí los que
accedan a un crédito tendrán una vida
para someterse al riesgo de desempleo; a persecuciones y amenazas de embargo,
si en algún momento (que es lo mas seguro), se retrase en alguna cuota; a pasar
toda su vida pagando intereses sobre intereses sin que esto les garantice tener
el titulo de su vivienda al final de sus días. Los que no apliquen para la
extensión de un préstamo deben someterse a los altos precios de alquiler que
varían, y claro por una vivienda digna que corresponda a las necesidades de la
familia salvadoreña solo puede obtenerse por lo menos por $100.00 mensuales.
Los subempleados,
campesinos, desempleados, etc., pueden
optar por construir su vivienda de bajareque, de botellas plásticas (como la
casa de María Ponce en San Miguel, que ensalzaban en un periódico de amplia circulación,
llamándole ―Casa encantada‖
celebrando la pobreza y las condiciones deplorables en las que vive la población),
y a lo mucho de lamina y/o madera.
Mientras sigamos dejando
los proyectos urbanísticos en manos de la burguesía seguirán bajo la lógica de
destrucción del medio ambiente, cambiando la tierra por concreto (lo cual impide
que la tierra absorba el agua y se nutra), seguirán habiendo inundaciones y le
echaremos la culpa al ambiente cuando nosotros mismos permitimos que sigan
destruyéndolo.
Solo aboliendo la
propiedad privada sobre los medios de producción más importantes y socializando
las riquezas producidas, podremos optar por verdaderos proyectos habitacionales
que garanticen la vivienda digna que cada familia trabajadora salvadoreña
merece.
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